Me ha dado, el tiempo, la oportunidad de perderlo todo. Desnudo soy la ceniza de mi vocación incendiaria, emano de donde jamás pensé pisar y sigo firme en la intención de llegar a un punto en el que sepa lo suficiente de lo que aún no he querido preguntar.
Pero contigo no hay peguntas, aunque cuestiones hasta la vicisitud más subjetiva, como un monitor constante de mis olvidos.
Vivo juzgando el reloj y en tu silueta hay una puerta que me exime de mis atributos penitentes, no eres el cómo, tampoco el por qué; inmutable, me ha dado por pensar que eres el tiempo. Y el tiempo me ha dado tanto en su tendencia cleptomaníaca, que creo en ti, en él y sigo escribiendo. Ahí existo.
C.V.