Considera que te amé hasta no poder más
amé cuanto no conocía, la calma de tus dudas y la inercia de tus ojos.
Considera que te amé en los tiempos buenos, en los malos,
en el aire que quitabas de este cuerpo, en la llama de tocarte y en la luna que pocas veces vi contigo,
te amé sin forma, sin tiempo y sin maneras.
Como no sabía, te amé sin conocerme, sin saberme propio de alguien mía, sin saberme ajeno, sin saberme atado.
Te amé libre y difusa, te amé porque fui libre y todo y nada, porque fui en ti y en mi reflejo;
te amé breve, constante, con el tacto, con las ansias, te amé al oler tus penas, tus piernas, al inhalar tu aire,
y te amé con la carne y con las venas.
Yo te amé sin gramática, sin reglas, sin cadenas,
no tuve más recurso que amarte a desmedida,
te amé breve, en tres letras, en tres años, te amé volatil cual presente
y eterna como solo el amor que es primerizo.
Te amé del amar que se individualiza, del amar que es plural y sustantivo,
del amar que se ama mejor cuando es silencio, del amor que es mejor cuando está solo,
del amor que es mejor cuando se exprime,
del amor que es mejor cuando es contigo,
del amor que hoy es mejor cuando no existe.
En todos los rincones de este pueblo minúsculo hay pruebas de mi amor y de mi olvido,
del amar por la acera, por el parque, del amar sin espacio y sin lugares,
de amar con dos pizcas de silencio y del no amar tanto también, de vez en cuando.
Te amé del amor que son tres letras y algo más, del amor que se adentra por los poros de los conceptos vanos en mi vida,
te amé lo que se puede amar a las primeras tantas veces,
cuando pude, cuando quise, sin límites, sin formas, sin recurso
te amé con ropa, con duda, sin una y sin otra
te amé con mis palabras, con mis sueños, en mis sueños, en lujurias frustradas, en camas compartidas,
en noches perpetuas, en las tardes largas y en discursos cortos;
te amé con mi rutina a cuesta, con tu sombra multicolor en cada espacio,
te amé porque ahí estabas cuando estabas, porque me hiciste falta;
te amé en ausencia, en marcha, te amé las veces que lo dije, pero sobre todo te amé cuando callaba,
cuando no pude decirlo ni desearlo, cuando arranqué la hoja, borré el verso o caminé al barranco.
Considera que te amé cuanto te he escrito y cuanto te he guardado
y sí, te amé en pasado, porque amo que te amaba sin medida
y hoy amo nuestro amor porque te amaba únicamente,
incluso cuando sólo queda amar
Éste póstumo texto.
Considera que te amé hasta no poder más.