1 de Abril de 2024

La esperanza está en la sangre. En el milagro de la sangre, en la espontaneidad del desarrollo. Todos tienen esperanza, en la carne que salió de la carne, en el niño que juega futbol, en el barrio donde se lavan los uniformes los domingos para que se prepare el milagro, que se bañe el milagro, que el milagro salga del pozo con su uniforme, así, con fe ciega. No hay forma de salir sin el milagro, que crecerá como pueda, donde pueda. Este es solo un ejemplo. Las mamás son la fuente de esperanza, el padre, de continuidad. La vida depende de ambas fuentes.

Aquí no hay ideología matizada , aquí los niños visten los sueños de aquellos que ya no sueñan nuevas prendas. El que trabaja ve el futbol, donde todo sigue igual. Gasta en alcohol, para seguir igual, habla del trabajo, de la fuerza, del pasado. La mujer porta con orgullo la prospección. Aquí hay continuidad y esperanza, hay silencio. El tiempo escuchará al tiempo cuando el niño termine la preparatoria y tomará el camino para un día volver y sacar, lo que reste, del lodo. Eso espera ella. Él, sabe que ya no trabajará con sus manos. Lo aguarda para ver el futbol, con su traje y su mujer, con sus deudas y sus prisas, con los kilómetros a cuestas. Todo esto, si la esperanza libra el desempleo. El niño es feliz. Todavía no entiende la realidad.