Sí, si puedes. Pero no te engañes: no tienes que hacer y ser todo lo que puedes. Un día te das cuenta que ponerte al límite es desprender: sudor, instantes, personas, sufrimiento. ¿Y lo vale? Algunas cosas sí. Tal vez incluso ese tiro que no hiciste lo cambiaba todo y no tiene nada de malo no intentarlo.
Nunca fui bueno para el basquet, pero un día me propuse dejar de ser terrible. Me gustaba el deporte tanto como comer, había intentado el fútbol, hacía artes marciales y comía rufles verdes. Mis pies tienen una pésima coordinación, así que tuve que tropezar tantas veces que aún después de varios años jugando, lo único que a veces hacía bien (porque mi concentración no ayudaba) era tirar de media distancia. Dejé de ser terrible. Cuando eres joven puedes desprender para aprender.
Hoy me siento orgulloso de todavía poder tomar el balon, de no tropezar, de tener algo de ritmo, pero hasta ahí. Hay retos momentáneos y hay retos de vida, hay capítulos que te demuestran que puedes y hay momentos para sentirse orgulloso de decir: si no tengo la calma y concentración para tirar y retomar el juego, no lo haré. Prefiero correr, siempre correr.
La vida me ha enseñado que aún no aprendo a correr lo suficientemente bien como para hacerlo con la calma de no tropezar, pero hay límites que no dependen del tiro, de la cancha, de la cadencia, mas bien de constancia.
Como la lectura y escritura, como el afecto; como hacer y sentir, decir lo que se piensa, pensar lo que se dice. Y tirar bola🏀, como tirar un poco de lo aprendido, como saber que no todas las batallas deben lucharse y que aunque ese camino del aro podría ser parte de tu rutina, aprehender sin presionar es lo más difícil de aprender.
Toda batalla, ganada o perdida, todo tiro, logrado o fallado, es desprender. Elige si vale la pena aprender a tirar o… sigue corriendo.