Un día después: Que ningún color en las paredes nos haga estremecer. Una sola mancha roja, de esas que quién sabe dónde y quién sabe cuándo, tiene más historia
que el edificio más simbólico pintado flourecente.
Un día después, habemos hombres hablando. Ridículos, aquí estamos. La cosa es aún peor: en algún lugar, hubo un hombre hablando de las razones por las que un día después, su pared se manchaba de rojo.
Dos días después, alguien aún dijo que “a los hombres los matan más”. Las paredes de la realidad distorsionada estremecen mucho más; en un mundo donde la sangre corre por ser mujer y los motivos se escuchan más fuertes… porque somos hombres.