¿Hace cuánto la vida nos dio vida?, ¿Viviremos de la vida, para la vida o con la vida?, ¿Qué es delas memorias que no recordamos? Un día me planteé estas preguntas y comencé a escribir. Ese día es hoy y cuando lo lean, quizá sea mañana. Quizá sea mañana, pero las palabras seguirán siendo lo de hoy; las palabras “son”. Son el día a día de las sombras que una labor hambrienta de libertad, seguridad y experiencia nos depara. Son observar girando el cuello de izquierda a derecha y absorber de los ojos claros de los niños, las señoras y los otros como yo, un poco de lo mucho que se carga en la espalda de un quehacer diario. Es la rutina de un observador que calla y apunta en su memoria, que quiere, que extraña y que desea; que lucha y que observa porque es observador; es humano. Es lo gratuito de observar. Son las palabras que buscan congelar lo ardiente del correr por las venas de la calle, de la banqueta, del transporte público; de aquel entorno que es de quien lo mira y nada más; de quien toca con sus ojos y hace suyo su ambiente, su despertar, su dormir y su descanso. Su inminente final.
C.V.
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