Cuatro años ya de frías alturas. Cuatro años de la inmediatez de lo minúsculo, de la complejidad del entrecruce; en la belleza de lo complejo, en lo ineludible del error propio, en la euforia de ponerse al límite, como una pequeña frontera, como un laberinto de bolsillo.
Aquí, donde ver desde arriba es igual de sencillo como no ver nada. Aquí, aprendí que vivir es mucho más que un domicilio. Aquí vivo y viví. Aquí se han escrito muchas historias y estas duran lo que tengan que durar.