Álbum de tacto y de facto (17 de Marzo de 2013)

Hace mucho que no abro un álbum de fotografías. Ahí están (el de mi hermano y el mío),  llevan ya 8 años estando juntos, inmaculados, justo debajo del transcurrir del tiempo y ocultos en el mueble del televisor. Su añoranza en proceso de caducidad se deslinda de la modernidad. Se sabe relegada a un futuro autóctono, donde el pasado será la cadena que le ate a la inutilidad (que hoy dice ser sinónimo de impracticidad) y esté ahí, con los rostros maquillados en el polvo e inertes como nada más que su estática figura lo es.

 El presente también es impráctico; no se puede llevar a ningún lado.

Hace mucho que no abro un álbum de fotografías. Aquí en casa, bajo el matriarcado de manutención de recuerdos visuales un álbum era sinónimo de Curriculum Vitae. No sé si desde hace unos años morí, o simplemente la novedad actualizada de la existencia dejó de ser relevante. Quizá un día me dé-robe-preste o invente un tiempo para tocar una imagen, sentirla, palparla y navegar intruso por los gestos que ya no son míos y desprenden el habitáculo de visitantes en el espacio de la nada que implica lo que es y lo que fue. Ser espectadores con el tacto de una esencia que no nos corresponde.

Hace mucho que no lo abro, pues al  contrario de la impresión que infiere el mundo al resto de los sentidos, cuando lo hago es siempre igual. Un álbum es más impráctico que una pantalla. La vida es más impráctica y por eso nos gusta perderla en la pantalla. 

Cristian Vázquez

Texto de la antología “Recuerdo como si fuera hace un tiempo”