Llueve (12 de diciembre de 2011)

Las cosas cambian con el tiempo; el tiempo no las cambia. Aquí estoy yo esta tarde, en círculos como si fuese mi mayor hábito, mi adicción. Una de las tantas. Correr hasta el último aliento y cesar cuando el fin está cerca; siempre antes de alcanzarlo, con el compromiso de esta vez volver a adentrarme en el alma de la vulnerable playa que tantas veces le dio refugio a las penas que ya ni recuerdo; aquellas que enterré aquí paso a paso, suspiro a suspiro.

Después de haber dejado entre la arena lo que fui, me he dedicido y he ido a buscarlo. Me decidí a ponerme la piel que desgarró la brisa; el sudor que alguna vez brotó de mi frente y que en un momento perdí, que dejé atrás; que ignoré. Aquí estoy yo, como siempre; pensando sólo cuando es tarde, cuando no hay nada más que pensar; cuando sólo queda… Recomenzar. Ya no es tan sencillo, peso más. Quizá menos que cuando aquella vez, ya hace tantos años, di mi primer paso entre la arena, aunque bastante más que en el momento en el cual decidí parar en mi inconsciencia. Cuando me perdí.

Peso más porque las ideas que tantas veces armé entre las nubes, la arena y el tiempo, al no tener un espacio para procrear, se hicieron nudos en mi espalda y en el fondo de la mente que hoy está un poco perdida; confusa. Confusa porque no supe tomar las decisiones adecuadas sin sacrificar el cuerpo y el espíritu. Porque acerté en muchas cosas para los demás y me equivoqué conmigo mismo. Sobre todo el cuerpo, sobre todo el espíritu. Aunque de una u otra forma me hizo más fuerte, pero, ¿bajo qué costo?

Por eso volví.

Así que aquí estoy yo, de nuevo. Hundiéndome entre la arena, mirando el mar; inhalando el mar. Las gotas de sudor son más espesas; yo mismo soy tan espeso que siento como las manos se hacen uno con la arena. Esta playa tan mía, tan ajena, tan volátil que por un momento hace sentirme como el yo que fui, el que dejó de ser; aquel que en alguna parte de la arena sigue siendo y que voló de mis manos por ya hace un buen tiempo. La playa, el mar y el yo que dejé atrás por no querer moverme más.

Y de pronto; llueve. Llueve y encuentro un poco de mí.

Aquí estoy; de nuevo. Escribiendo bajo la lluvia, corriendo bajo la lluvia, pensando…

Aquí estoy.

C.V.


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