A veces pienso palabras (24 de octubre de 2012)

A veces pienso en las palabras que se lleva el viento en tu volatilidad. En las lágrimas que lloran los celosos malaventurados, al encontrar los últimos destellos del amor –que es todo, menos eterno- en las faldas de tu devenir diario. Pienso también en los juicios, en las heridas del alma que se van perdiendo en el anonimato, como si escribirlas una vez fuera suficiente; como si realmente sirviera de algo esas dosis de catarsis o las opiniones vertidas con desgano. Pienso en ti y en ella.

Pienso en las palabras; las que le dije alguna vez hace ya varios años, hace meses y ayer; por aquí, por allá; desde un teclado, en la nada. Pienso en las promesas que se hicieron falsas, en anhelos cumplidos que son recuerdos, en pasados difusos de historial suprimido y de agonías pasajeras que no fueron más que el ánimo por decirle a ella y contarte a ti en una noche que mi corazón pendía de un hilo por sus manos, por sus ojos; por su cuerpo.

Pienso en las palabras: destino, ruptura, confianza, desconfianza, en las preguntas: ¿Dónde estás?, ¿Qué haces?, ¿Nos veremos? y luego en las exclamaciones: ¡Llegaste!, ¡Te amo!, ¡Te extraño! Y en otras tantas que quizá jamás serán. Pienso en las conversaciones que son recurso de evasión a la distancia que también se mide en tiempo y adjetivos. Un día sin ti, dos días, cien kilómetros, dos semanas sin ti, exánime sin ti, o un par de horas. Pienso en el calor frustrado, en la euforia de gozar leerte sin reposo y el empeño por verter en palabras (porque en ellas te pienso) aquello que padecimos ella, tú, yo y nosotros una y otra vez.

Pienso en la frialdad superficial del acto cotidiano que refleja escribir en el aire. Pienso en el papel que se quedó vacío, en los versos que jamás explotaron; en las memorias que no merecen ser recordadas y ahí están, en lo que se salvó de prevalecer y aquello que se impone eternamente. Pienso en qué palabras que escribí se quedarán conmigo, en qué momentos dormirán por siempre cuando no quede más que borrar los recuerdos de la mente y del lienzo interminable de las palabras enclaustradas en pantallas. Pienso en lo que fuimos una vez, en lo que dijimos tantas veces, lo que pensamos en las charlas y lo que callamos en palabras suprimidas y borradas una a una.  

A veces pienso en ti, en ella y en nosotros.  

Cristian Vázquez


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